Yo lo soñé impetuoso, formidable y ardiente;
hablaba el impreciso lenguaje del torrente;
era un mar desbordado de locura y de fuego,
rodando por la vida como un eterno riego.
Luego soñélo triste, como un gran sol poniente
que dobla ante la noche la cabeza de fuego;
después rió, y en su boca tan tierna como un ruego,
sonaba sus cristales el alma de la fuente.
Y hoy sueño que es vibrante, y suave, y riente, y triste,
que todas las tinieblas y todo el iris viste;
que, frágil como un ídolo y eterno como un Dios,
y el beso cae ardiendo a perfumar su planta
en una flor de fuego deshojada por dos...
DELMIRA AGUSTINI,
de EL LIBRO BLANCO
Mdeo. 1907
Hola profe,está muy bueno el poema. soy rodrigo fagundez de 1º3
ResponderEliminarHola Rodrigo! Me alegra que lo hayas disfrutado!!!
ResponderEliminarDisfrutá el fin de semana largo!
Saludos.